lunes, 21 de noviembre de 2011

Rajoy gana pero no olvida sus deberes


Eran las 18.00h y saltaba la noticia, la participación había bajado más de tres puntos con respecto a los comicios de 2008. No pasaba nada, el ambiente se respiraba más que ganador en los colegios electorales y en la sede central del PP en la calle Génova 13 de Madrid donde periodistas, políticos y técnicos esperaban ya el cierre de los colegios. 
La secretaria General de los populares, María Dolores de Cospedal ,era la primera en aparecer en la sede nacional. Hacia las 18.30h se mostraba optimista ante varios periodistas que aguardaban en la sala de prensa. Pronto aparecería el protagonista de la jornada, Mariano Rajoy, que entró en coche entorno a las 19.05h con Viri, su mujer, después de haber pasado un día de lo más "tranquilo" con su familia, incluso fue a ver jugar al fútbol a uno de sus hijos, según afirmaron fuentes cercanas al presidente del PP. El líder popular se encerró después en la séptima planta con su mujer, sus hermanos y algunos de sus colaboradores más cernanos.

Ocho años, casi cinco millones de parados y más de 16.000 kilómetros recorridos durante la campaña electoral anteceden a la victoria de Mariano Rajoy. La prima de riesgo por las nubes y unos líderes europeos ansionsos de cambio en España, aguardan ya al nuevo presidente. Un medio de tirada nacional se hacía eco esta misma mañana, Merkel y Sarkozy llamarían a Rajoy esta noche.
Sarkozy se adelantó y felicitó al nuevo presidente cuando aún no se habían escrutado el 50 por ciento de los votos. El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, hizo lo propio después. El presidente electo también recibió la felicitación del embajador de EE.UU. Hasta el momento no ha trascendido el contenido de esas conversaciones. Faltaba la llamada de Merkel.

La tranquilidad se hizo notar hasta convertirse en protagonista en la calle Génova que esta vez contaba con un invitado especial, el presidente José María Aznar que no quiso perderese la victoria de los populares 7 años después de que él mismo dejase la Moncloa. Hace 4 años los populares no corrieron la misma suerte pero el presidente de honor del PP ya lo había adelantado, nadie tenía "más ganas" que él de ver a Rajoy  al frente del Ejecutivo.

Primeros datos
El reloj marcaba las 20.00h cuando se cerraban los colegios y acto seguido volvían a aparecer las encuestas. Sin sorpresas. El PP rondaría los 183 diputados, que después fueron 186, mientras que el PSOE perdería hasta los 119 diputados en el mejor de los casos. El resultado fue peor para  los socialistas que se quedaban con 110 escaños. "Batacazo auténtico", se aventuraba a decir algún periodista en la sala de prensa.
La secretaria de Comunicación del PP, Ana Mato, no se hizo esperar y pronto confirmaba la noticia. "Podemos afirmar que el PP habría ganado las elecciones con una amplia mayoría". De confirmarse los datos esperanzadores que manejan los populares, "el cambio político" que lidera Mariano Rajoy gobernará con un único objetivo, "vencer a la crisis y al paro", concluyó. Al fin de estas palabras, abandonaba la sala de prensa a la espera de datos más concluyentes.

Enorme responsabilidad
Con el 60 por ciento de los votos escrutados, comparecía la secretaria General del PP, María Dolores de Cospedal visiblemente emocionada. Un 71,51 por ciento de los españoles llamados a votar habían acudido a las urnas. Con estos datos, "el PP consigue la mayoría absoluta más amplia de su historia". Pero la presidenta de Castilla La-Mancha ya mostraba la satisfacción de todo el Partido sin olvidar la "enorme responsabilidad" a la que estarán sometidos.
Pasadas las 22.00h y con datos más fiables, el presidente electo recibía la llamada más esperada. El todavía presidente en funciones, José Luis Rodríguez Zapatero, y el candidato del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, resignados, llamaban al ganador y daban la enhorabuena a Mariano Rajoy. El presidente electo recibía también llamadas de líderes internacionales como el primer ministro británico, David Cameron, el presidente de Chile, Sebastián Piñera y, tras unos fallos en la comunicación, Rajoy recibía un comunicado de la canciller alemana Angela Merkel.
La espectación crecía a lo largo de la noche, todos estaban pendientes de la deseada comparecencia de Mariano Rajoy que se hacía esperar. En la calle, miles de simpatizantes esperaban con música escuchar las palabras mágicas: "hemos ganado las elecciones". Pero por protocolo, el primero en aceptar su derrota fue Rubalcaba.

Rajoy sereno y tranquilo
 Por fin llegó, Rajoy comparecía en una sala de prensa repleta de periodistas sedientos de sus palabras. El presidente electo dedicó sus primeras palabras para agradecer "de todo corazón" la confianza que los españoles han depositado en él. Acompañado por Soraya Saénz de Santamaría, Ana Mato, María Dolores de Cospedal, Pío García-Escudero, Esteban González Pons y Alberto Ruiz Gallardón el presidente no ocultaba la satisfacción ante los resultados. Pero esta alegría no impide "dejar de pensar en la inmensa tarea que tenemos que afrontar", aseguró el presidente.


Su gestión, avanzó, irá unida a la "humildad y compromiso" que exige la situación. Los principales enemigos del nuevo Gobierno serán, adelantó, "el paro, el déficit público, la deuda excesiva y el estancamiento económico". Rajoy también tuvo palabras de aliento para los más desfavorecidos, los parados y los pensionistas a quienes quiso hacer llegar un mensaje de "cercanía y confianza". "Pensaremos en ellos antes que en nadie", concluyó.

 Lo primero que hará el nuevo Ejecutivo será convocar a las Comunidades Autónomas, con independencia del color que las gobierne, para llegar a una "reflexión compartida". Rajoy tampoco se olvidó de Europa donde, aseguró, "se juega hoy nuestro destino". En los próximos años "dejaremos de ser un problema para ser parte de la solución", aseveró.
Las ganas, el entusiasmo y el trabajo serán las señas de identidad del equipo que desde mañana liderará Mariano Rajoy aunque, reconoció, "no habrá milagros". Pero con trabajo, seriedad y constancia se pueden alcanzar todos los retos.
Después, una calle Génova en la que no entraba un alfiler esperaba la tradicional aparición en el balcón de la sede nacional. El público no defraudó y una oleada de ovaciones cerraron una larga jornada que hoy ha escrito un renglón más en la historia del Partido Popular.

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